sábado, 23 de noviembre de 2013

Las emociones como centro y como contexto del pensamiento

       

¿POR QUÉ NOS CUESTA TANTO COMPRENDER EL MENSAJE IMPLÍCITO DE LAS EMOCIONES?
Para comprender de mejor forma la figura, téngase en cuenta como ejemplo, la siguiente situación. Nos encontramos en la oficina, trabajando en el computador, con los auriculares puestos, escuchando en paralelo, el relato del partido correspondiente a la final de la liga de fútbol, entre nuestro equipo y su rival de toda la vida. En ese momento, recibimos una llamada de nuestro jefe, que en un tono inhabitual y peligrosamente sospechoso, nos indica que subamos "ahora mismo" a su oficina. Comenzamos a experimentar un cierto grado de inquietud, un tipo de estado que nos sugiere que la reunión a la cual nos han convocado, se encuentra asociada a malas noticias laborales. Dado el carácter anticipatorio de dicho estado, que nos anuncia posibles cursos de acción para los acontecimientos, decimos que se trata de “una emoción ubicada en el centro de nuestra cognición”. Ahora bien, pudiera ser que la inquietud vinculada a la llamada, no sea el único estado que experimentemos en ese momento. Imaginemos  que en el mismo instante en el cual recibimos la comunicación telefónica, celebrábamos mentalmente, en silencio, el gol de nuestro equipo en el minuto 90, un gol que le da el título del campeonato.  Es muy probable que después de estos hechos, experimentemos una enredosa masa de sensaciones entremezcladas. Algo de alegría remanente del gol, un buen grado de preocupación e inquietud, anticipando lo que nos espera, y tal vez un poco de culpa, por haber sido sorprendidos en momentos de cierto descuido de las funciones laborales. En fin, digamos para resumir, que de pronto, nos vemos inmersos en una “alegre pero preocupante ansiedad”, estado bajo el cual, nos disponemos a caminar hacia las dependencias de la jefatura. En esta situación, dejamos las cosas en el escritorio, y comenzamos a subir las escaleras, con dirección a las oficinas de nuestros superiores, mientras vamos preguntándonos, peldaño por medio, ¿cómo interpretar este confuso estado de agitación que ahora experimentamos? ¿Se trata de una sensación derivada del duradero efecto del gol? Mal que mal, hace 7 temporadas que no salíamos campeones. ¿O fue más bien el tono del jefe en el teléfono, aquello que nos ha conmocionado? No descartemos tampoco, que algo de este torbellino emocional se relacione con las dos tazas de café que tomamos mientras escuchábamos el partido. Puede ser, pero lo más concreto, es que en este caso, tenemos al menos dos estados de distinto tipo, cumpliendo diferentes funciones en nuestra mente. Por un lado, se encuentra la inquietud, una sensación desagradable -de valencia negativa–, que juega un rol como centro de nuestros procesos cognitivos, puesto que nos anuncia eventos posibles, de una forma similar a aquello que denominamos intuición. Por otra parte, está la “alegre exaltación”, un estado grato -de valencia positiva-, asociada al triunfo de nuestro equipo, y que cumple un papel como acompañante de nuestro pensamiento.

Tenemos aquí, un ejemplo de aquello que se intenta representar gráficamente en la figura. Se trata del permanente inter-juego que existe entre las emociones como centro y como contexto de los procesos cognitivos. Corresponde a un tipo de situación recurrente en nuestras vidas. A decir verdad, casi nunca experimentamos las emociones de "a una", como centro o como contexto exclusivamente. Asiduamente, aunque tal vez de forma menos intempestiva e intensa que en la situación descrita, las emociones se agolpan y se entremezclan en nuestra mente, algunas acompañando al pensamiento -emociones como contexto-, otras, experimentadas como sensaciones que son el centro de nuestros procesos cognitivos. Es probable que esta reiterativa fusión de estados cualitativos de distinto tipo, sea una de las razones por las cuales, frecuentemente, tenemos dificultades para comprender el sentido que tienen para nuestra existencia, las sensaciones, emociones y otros estados de similar tipo, que experimentamos momento a momento.

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