Durante los últimos días han salido publicados diferentes artículos acerca de las emociones a propósito del estreno de la película "Inside Out". ¡Maravillosa! ¡Los de Pixar lo hicieron otra vez!
Después de décadas de primacía de la razón y negación de los afectos, las emociones están de moda, y comienza a primar el sentido común y la lógica de la experiencia. Me alegra sobremanera que esto esté ocurriendo. Parece que empezamos a entender que pensar es sentir, y viceversa. No hay diferencias de base entre ambos tipos de procesos (Duncan y Barret, 2007). Es una característica de la mente humana que se observa en la película y que se devela a partir de estudios neurocientíficos, que demuestran que existen zonas del encéfalo que se activan por igual cuando pensamos y cuando sentimos. En el funcionamiento de nuestro cerebro no existe esta distinción entre procesos afectivos y cognitivos (Gu, Liu,Van Dam, & Fan, 2012). Cada vez que pensamos estamos sintiendo, cada vez que sentimos estamos pensando. Se trata de dos dimensiones inseparables de la mente humana.
El anterior es un avance muy importante, entre otras razones, porque echa por tierra esta idea tan popular en nuestra cultura de que hay emociones buenas y malas. Todas las emociones son buenas porque todas ellas son adaptativas. Todas las emociones inducen nuestro pensamiento en un cierto sentido. La generación de conocimiento no opera con independencia de los afectos, y menos aún en contra de éstos. Éste es un hecho que se muestra con total claridad en la película, cuando las emociones de la rabia y el miedo intentan expresar pensamientos propios de la alegría. ¡Resulta imposible! Hay un tiempo para estar triste y pensar en consonancia con ese estado, así como hay otros momentos para estar alegre y dejar fluir nuestra mente desde dicha emoción (el tren del pensamiento según se muestra en la película). La sabiduría emocional consiste en escuchar lo que nos dicen los afectos. Todas las emociones son adaptativas si sabemos leer el menaje que ellas llevan implícito. Es ésta la razón por la cual el personaje "Alegría" se quita en un momento de en medio y deja el protagonismo a "Tristeza" diciéndole: "este es un trabajo para ti tristeza, encárgate". Es que no es necesariamente negativo estar triste. La pena corresponde a un estado desagradable, por cierto, pero en determinados contextos puede resultar muy provechoso sentir aflicción, sobre todo, si aprendemos a atender adecuadamente a ésta o cualquier otra emoción.
La llamada psicología positiva y su ensalzamiento de la alegría han hecho mucho daño a nuestra cultura (Craig, 2007). Creer que siempre debemos estar felices, negar el valor de la tristeza, la rabia, el asco, y otras emociones, corresponde a una creencia contraria al conocimiento científico más reciente sobre este tema. Respecto de este punto, la película es también un gran aporte, además de un síntoma del cambio cultural actualmente en gestación. Comenzamos a abandonar la idea "Coca-Cola", de que debemos estar siempre alegres, y empieza a tomar sentido una concepción donde todas las emociones son entendidas como productos de la evolución, y por tanto, procesos sanos y adaptativos.
La emoción es sabiduría no verbal, conocimiento no declarativo. Los afectos son información que guían nuestro pensamiento y nos indican cómo actuar ante determinadas circunstancias. Sobre todo, en aquellos casos en los cuales no hay tiempo. Las emociones saben antes que el pensamiento, como demuestran los estudios de adelantamiento del funcionamiento del cerebro a la toma de decisiones conscientes (Leys 2011,) o los marcadores somáticos del neurocientifico portugués Antonio Damasio (Damasio, 2012).
Cada emoción trae un "mensaje" en su interior, un pensamiento en estado implícito. De modo que no da lo mismo estar enojado, asustado, o asqueado, entre otros ejemplos. Los afectos “abren” o “cierran” determinadas posibilidades al pensamiento. La investigación con emociones específicas así lo demuestra. Por ejemplo, la tristeza es un estado que nos “invita” a la reflexión, a la introversión (Stein & Jewett, 1986). Más allá de sentirse como algo desagradable, la pena es una experiencia que nos “sugiere” que hay algo en nuestro interior que requiere ser atendido para su modificación. La rabia en cambio, es una emoción que aparece relacionada en la literatura con la percepción de injusticia(Solomon, 2007). Se trata de un afecto que siendo también una experiencia desagradable, como la tristeza, contiene unas propiedades intrínsecas de otro orden, que "invitan" a pensar de un modo en particular. El enojo a diferencia de la tristeza dirige nuestra atención sobre el entorno, indicándonos que algo va mal “allá afuera”. No somos nosotros, como en el caso de la pena, es que estamos siendo injustamente tratados por el entorno y por eso sentimos rabia.
Parece que este conocimiento acerca de las emociones comienza a permear por fin nuestra cultura, históricamente negadora de los afectos. Las emociones y su sabiduría cobran tal importancia en la actualidad que toman forma en el guion de una brillante película. Se trata de un conocimiento que en el futuro modificará nuestras relaciones sociales. Incluso, es probable que nuestro sistema político, tan contaminado por esta visión de la alegría como el único estado beneficioso para el ser humano, se vea transformado producto de estos nuevos conocimientos. Se trata de creencias que han hecho mucho daño a nuestra cultura y que comienzan a cambiar. Para mayores detalles, recomiendo revisar el provocativo análisis de Bárbara Ehrenreich sobre el tema (Eherenreich 2011). En el ámbito educativo, mi propia investigación demuestra la presencia mayoritaria entre los docentes, de creencias que separan a las emociones de la razón. Profesores y profesoras que solo consideran favorables a los afectos cuando estos son placenteros (Bächler y Pozo, en prensa). Pero lentamente, parece que nuestra cultura y nuestras aulas escolares comienzan a colocar a todos los afectos en el centro del pensamiento. ¡Que así sea! ¡Gracias Pixar!
Parece que este conocimiento acerca de las emociones comienza a permear por fin nuestra cultura, históricamente negadora de los afectos. Las emociones y su sabiduría cobran tal importancia en la actualidad que toman forma en el guion de una brillante película. Se trata de un conocimiento que en el futuro modificará nuestras relaciones sociales. Incluso, es probable que nuestro sistema político, tan contaminado por esta visión de la alegría como el único estado beneficioso para el ser humano, se vea transformado producto de estos nuevos conocimientos. Se trata de creencias que han hecho mucho daño a nuestra cultura y que comienzan a cambiar. Para mayores detalles, recomiendo revisar el provocativo análisis de Bárbara Ehrenreich sobre el tema (Eherenreich 2011). En el ámbito educativo, mi propia investigación demuestra la presencia mayoritaria entre los docentes, de creencias que separan a las emociones de la razón. Profesores y profesoras que solo consideran favorables a los afectos cuando estos son placenteros (Bächler y Pozo, en prensa). Pero lentamente, parece que nuestra cultura y nuestras aulas escolares comienzan a colocar a todos los afectos en el centro del pensamiento. ¡Que así sea! ¡Gracias Pixar!
Referencias
Bächler, R., & Pozo, J. I. (en prensa). ¿Siento, luego enseño? Concepciones docentes sobre las relaciones entre las emociones y los procesos de enseñanza/aprendizaje. Infancia y Aprendizaje.
Craig, C. (2007). The potential dangers of a systematic, explicit approach to teaching social and emotional skills (SEAL). London: Centre for Confidence and Well-being.
Duncan, S., & Barrett, L. F. (2007). Affect is a form of cognition: a neurobiological analysis. Cogn Emot., 28, 1184-1211.
Damasio, A. R. (2010). En Busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos (7ª ed.). Madrid: Critica.
Ehrenreich, B. (2011). Sonríe o muere: La trampa del pensamiento positivo. Madrid: Turner Noema.
Gu, X., Liu, X., Van Dam, N. T., Patrick, R., & Fan, J. (2012). Cognition--Emotion Integration in the Anterior Insula. Cerebral Cortex, 20-27.
Leys, R. 2011, ‘The Turn to Affect: A Critique’, Critical Inquiry, 37(3): 434–72.
Solomon, R. (2007). True to Our Feelings. New York: Oxford University Press. [Spanish trans. by P. Hermida, Ética emocional: una teoría de los sentimientos. Barcelona: Paidos, 2007].
Stein, N. L., & Jewett, J. L. (1986). A conceptual analysis of the meaning of negative emotions: Implications for a theory of development. En C. E. Izard, & P. B. Read (Edits.), Measuring emotions in infants and children, Vol. 2, Cambridge studies in
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