lunes, 20 de octubre de 2014

CARTA ABIERTA AL MINISTRO DE EDUCACIÓN

CARTA ABIERTA AL MINISTRO DE EDUCACIÓN


Sr. Juan Ignacio Wert:
Ministro de Educación, Cultura y Deporte

Señor Ministro:
Me dirijo a usted, siguiendo la recomendación de la profesora de mi hijo y con la esperanza de generar una reflexión sobre el significado de la educación que estamos entregando a nuestros niños.
El pasado miércoles asistí a la primera reunión de padres y fui partícipe de una situación que creo refleja la profunda pérdida del sentido por el cual nos educamos, según expongo a continuación. Durante dicha reunión, la tutora, entre otros asuntos a tener en cuenta para el presente curso, nos señaló con convicción que para poder cumplir con los objetivos marcados por su Ministerio, los niños deberían aumentar los tiempos de trabajo en casa, siendo aconsejable dedicar como mínimo una hora y media al día a los deberes escolares. Entendiendo que constituimos una comunidad educativa, y con el interés de participar activamente en ésta, expuse mi visión sobre el tema, planteando que considero un exceso el tiempo sugerido, sobre todo si se tiene en cuenta que hablamos de niños de 5º  de primaria, de tan sólo 10 años, y que aprenden de muchas formas distintas además de la realización de los deberes escolares. No obstante, grande fue mi sorpresa al ver que tras exponer mi punto de vista, no sólo no se produjo reflexión alguna sobre este tema, sino que además, la profesora me indicó que si no estaba de acuerdo con las características de este sistema escolar, lo que debía hacer era “escribir una carta al Ministro de Educación”. A estasugerencia” se sumaron además algunos padres sin que nadie manifestara una opinión diferente al respecto. Esta es una situación que me entristece, no sólo porque refleja nuestra dificultad para conversar  sobre el desarrollo de nuestros niños, sino porque además, lo de recargarles de deberes es un error sobre el cual la ciencia educativa ya se ha pronunciado negativamente según he investigado. No me voy a detener demasiado sobre este último punto, entre otras razones, porque usted, que conoce los mejores sistemas escolares del mundo, ya sabe de sobra que la tendencia es en la dirección contraria: menos deberes y más reflexión en casa y en el colegio. Solamente recordar que en Finlandia, país con uno de los mejores resultados educativos del mundo, además de estar siempre entre los primeros lugares en los rankings de bienestar y felicidad de sus ciudadanos, los niños de 10 años destinan tan solo 30 minutos al día a los deberes escolares.

                En lo que si quisiera poner el énfasis a través de esta misiva, es en reflexionar sobre el tipo de educación que estamos promoviendo para nuestros hijos ¿Cuál es la finalidad de ésta? ¿Educamos solo para moldear a los futuros ciudadanos, o les estamos formando también para que construyan la sociedad del futuro, una más justa, más solidaria y más tolerante con la diversidad? Lamentablemente, parece que replicamos el modelo educativo que nosotros sufrimos como alumnos, uno sin espacio para la reflexión y el disenso, donde repetíamos de memoria lugares y conceptos que se olvidaban rápidamente. ¿Para qué queremos una educación mecánica y repetitiva si la información está actualmente disponible para todos de una manera que nunca antes fue posible? Como usted bien sabe  Ministro, un sujeto promedio maneja hoy en día en su teléfono móvil más información que la NASA hace 20 años, de tal forma que lo que necesitamos son personas que sepan interpretar, buscar y conectar de forma creativa la información disponible, una capacidad que no se logra aumentando las actividades de forma mecánica y monótona. Al parecer sin conciencia, buscamos repetir con nuestros hijos el mismo modelo caduco que experimentamos como alumnos. Como recalca Juan Ignacio Pozo, uno de los más prestigiosos investigadores que tiene nuestro país en el tema, todo cambia muy rápidamente en el mundo, menos la educación. Al respecto, me resultó impactante el día de la reunión ocupar el pupitre de mi hijo y constatar que tenemos la misma estructura de sala de hace 200 años. Y lo más terrible, es que somos los propios padres y docentes, quienes exigimos que las cosas continúen tal como están, dificultándole  con ello a nuestros hijos, el aprender a vivir en un mundo en continuo cambio. De otra manera no se explica que cuando alguien quiere promover una reflexión sobre el sentido de las cosas, la única respuesta que encuentre sea un "si no te gusta, escríbele al Ministro”. No nos extrañemos luego si a nuestros hijos no les gusta ir al cole y consideran el estudio un aburrimiento, puesto que somos nosotros mismos, quienes cercenamos la discusión y repetimos de memoria consignas carentes de sentido.

No lo distraigo más Sr. Ministro, en verdad no tengo muchas esperanzas de que usted lea esta carta, y menos aún que impulse cambios en el sentido descrito. Escribirle me ha servido sin embargo como desahogo, y espero que si alguien lee estas líneas, aquello contribuya,  aunque sea mínimamente a detenernos y reflexionar:

¿Para qué vamos al cole?



Atentamente,


María Josefa Pacheco y Rodolfo Bächler